jueves, 24 de diciembre de 2020

CAPÍTULO 89

 


Mientras observaba cómo Paula se marchaba, provocándome como hacía desde siempre para que la siguiera en sus locuras, pero con un aire más adulto que me deslumbraba por completo, no pude evitar quedarme embobado admirándola.


El vaivén de sus caderas me hizo desear cogerla en brazos para adentrarme en la ducha con ella y que ambos enfriáramos el calor de nuestros cuerpos con el agua fresca, o de otra manera más indecente y satisfactoria. Intentando seguir a mi conciencia, que me aconsejaba aclararlo todo con Paula antes de volver a estar con ella y quizá arrastrarme un poco más para obtener su perdón, me resistí a ir a su encuentro.


Pero como si ella supiera cuánto me tentaba y lo mucho que me costaba no ceder a mis deseos cuando llegó a lo alto de la escalera se volvió hacia mí, y luciendo una pícara sonrisa, me guiñó un ojo antes de seguir su camino.


—¡Mierda, Paula! —gruñí entre dientes mientras apretaba los puños con fuerza resistiéndome a dejarme llevar, sabiendo que si la seguía ya no habría vuelta atrás y que los dos disfrutaríamos de lujurioso y salvaje sexo bajo esa ducha, en la destartalada cama que había adecentado, en el sofá y tal vez en el pasillo si ella me dejaba.


Pero después de pasar tanto tiempo separados, de cometer tantos errores y de perderla, yo no pretendía conseguir una sola noche con ella: yo quería conquistar nuevamente a Paula y poder disfrutar de toda una vida a su lado, y no de un mero rato de pasión que ella pudiera llegar a olvidar.


—¿Qué se supone que debo hacer ahora? —me pregunté mientras permanecía solo en medio del salón, esperando como un idiota alguna señal que nunca llegaría, porque quien decidiría qué hacer con mi vida, me equivocara o acertara, únicamente sería yo.


En cuanto escuché el sonido del agua cayendo, ya no pude más. Y recordando que el papel que interpretaba por ahora frente a ella era el de un chico malo que nunca dejaría de aprovechar una oportunidad como ésa, cogí una toalla del montón de ropa del sofá y corrí junto a Paula sin saber si utilizaría esa prenda como excusa cuando llegara junto a ella o, tal vez, simplemente la usaría más tarde para secar nuestros cuerpos cuando la sedujera. Porque Paula sería algo a lo que simplemente nunca me podría resistir.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario